La figura del vampiro ha servido como inspiración para todas las manifestaciones culturales,y los cómics no la han pasado por alto. Desde que el cómic es conocido como tal, los vampiros han desfilado infinidad de veces por sus páginas, ya que el llamado Noveno arte, no ha podido escapar a su fascinación.
El vampiro ha sido presentado, y representado, de las más diversas maneras, en su forma mas conocida, que es esa bestia sedienta de sangre, pero, con el paso del tiempo, se le han dado nuevas perspectivas, ya sea presentándolo como un personaje atractivo o seductor, como superhéroe o antihéroe en busca de la redención, como victima o victimario pero, indudablemente, con un protagonismo de verdadero peso. El atractivo de la figura del vampiro, y su calidad multifacética, permiten ubicarlo en historias de la más diversa índole, ya sea en situaciones de acción y aventura, terror, o en relatos de una alta carga melancólica, que nos permiten sentirnos identificados con él.
Si bien, el mismísimo Drácula ha sido una figura recurrente en multitud de títulos comiqueros, ya sea como protagonista de su propio comic –en diversas editoriales- o compartiendo terreno con los mas icónicos personajes del panteón superheroico, como Superman, Batman, El Hombre Araña o Los Hombres-X, entre muchos otros, a través de los años, se han venido creando personajes vampíricos en el mundo del cómic, ya sea como antagonistas de un personaje principal, como los casos de Morbius o Blade ,que después adquirirían sus propios títulos (como nuestro Conde Bartok, arrancado de las paginas de Kaliman), o protagonizando su propio magazine, sirva como el mas claro y bello ejemplo, la existencia de Vampirella, probablemente el personaje vampírico más importante del cómic.
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